quinta-feira, junho 30, 2005
Far Cry
© Paulo Nozolino

Diz-nos a Fundação de Serralves que, até 10 de Julho, ainda vamos a tempo:


As fotografias de Nozolino são sempre a preto e branco, a maioria das vezes dominadas por uma escuridão que parece impossível de ser penetrada pela luz – a luz surge como uma emanação da escuridão e não como o seu contrário. Consequentemente, o tema da fotografia, pessoas, interiores, ambientes urbanos, raramente paisagens, não é puxado para a luz, não é colocado em destaque para ser examinado (em geral, as fotografias têm bastante grão), antes permanece um habitante da escuridão. Embora as fotografias de Nozolino tenham sido tiradas um pouco por todo o mundo – é notável uma vasta série de fotos tiradas nos países do mundo árabe –, de uma maneira geral seria difícil localizá-las, à excepção das imagens de Auschwitz. Tudo o que Nozolino encontra – as suas fotos de certo modo têm a natureza de encontros; normalmente ele não tira mais de uma foto da mesma cena –, retrata como algo que não está vinculado nem a um lugar nem a um tempo específicos: Auschwitz surge como o lugar e tempo absolutos que orientam tudo o resto, sem excepção… o que acontece também com fotografias da sua própria biografia, fotografias das suas viagens, fotografias de crianças, homens, mulheres, de partos, actos sexuais, mortes. Essa visão trágica, Nozolino intensificou-a ao longo dos anos mas nunca foi nova no seu trabalho. Nos 30 anos da sua carreira de fotógrafo, Nozolino mostrou repetidamente as suas fotografias e publicou muitas em livros e folhetos, em geral dedicados a determinada série de trabalhos. Para a nossa exposição reuniu pela primeira vez fotografias de épocas e séries diferentes, formando uma narrativa nova, nunca antes contada, a narrativa do começar e do terminar, ao mesmo tempo a narrativa da sua própria obra. in Serralves.pt

Comissariado: Ulrich Loock
Produção: Fundação de Serralves

Ainda há visitas guiadas: 05 JUL 2005 (Ter), 18h30 por João Fernandes
posted by George Cassiel @ 10:13 da manhã   1 comments
Microcontos
Só reconheceu o rosto num espelho partido.

Perante a adversidade, recuei até ao precipício!

...
posted by George Cassiel @ 10:12 da manhã   0 comments
quarta-feira, junho 29, 2005
Por vezes chove...
posted by George Cassiel @ 5:43 da tarde   0 comments
O FORUM... soltam-se as palavras...
continua aí para ser visitado!
posted by George Cassiel @ 5:04 da tarde   0 comments
A Casa das Mil Portas surpreende
Nosso amigo autor do Blog Brétemas gostou deste projecto aqui divulgado: "Recomendo moito esta viaxe que permite coñecer un mundo literario, incomprensiblemente, pouco frecuentado por nós. A navegación da páxina é moi amigable."
De facto, uma grande viagem pelo micro-mundo!
posted by George Cassiel @ 4:53 da tarde   0 comments
de Silvia Chueire, a visitar...
instantes

há instantes-lâmina,
instantes que nos retalham
e nos confrontam com quem somos
e porque.
percorrem-nos lentamente
em sua natureza afiada.


silvia chueire
posted by George Cassiel @ 4:25 da tarde   1 comments
terça-feira, junho 28, 2005
Novos textos "No meu bairro..."
posted by George Cassiel @ 2:47 da tarde   0 comments
Nélida Piñon por: Nélida Piñon
Nélida Piñon. Foto: Carlos Miralles
"El territorio de mi imaginación", por Nélida Piñon

O prémio "Príncipe de Asturias de las Letras" reconheceu este ano Nélida Piñon: “autora de una incitante obra narrativa, artísticamente sustentada en la realidad y la memoria, y también en la fantasía y los sueños”. El Cultural anticipou uns fragmentos de "Voces del desierto", que será editado em Espanha em Outubro, pela Alfaguara.

"Comencé a escribir siendo aún una niña, leyendo los libros que me daban, inventando los que no tenía a mano. La de inventar es una saga antigua, me precede desde antes de mi nacimiento. Quizás fuera la vocación de mi abuelo, Daniel, inmigrante gallego que se aventuró enseguida a cruzar el Atlántico obedeciendo al gusto de la aventura y a la necesidad de instalarse en una tierra que le ofreciese horizontes más amplios. O quizás inventar comenzase con mi padre, Lino, igualmente disperso y con la cabeza tantas veces sumergida en los libros. En realidad, no sabría inventariar mi pasado, darle credibilidad, apuntar razones determinantes de una cotidianidad superado y ya entregado a mi mitología personal. Las aspiraciones humanas, al final, se confunden entre tantos escombros. Sabemos muy poco de los instantes que fueron construyendo nuestro destino, al punto de trazarnos una biografía completa, que no colisiona con el tiempo y el espacio interiores.

Con ocho años me proclamé escritora. No sé, sin embargo, en qué instante, y de qué abrigo, salió más tarde esta otra escritora que soy hoy, que aspira a abarcar los seres y los enigmas. Y que, reconociendo el trato difícil con las cosas, se empeña en ir más allá de lo visible y de lo posible. ¿De dónde habrá venido ella para resistirse a las formas convencionales que no aceptan retoques? Pienso que esta escritora exigente y en estado de perpetua vigilia fue consolidándose con la reflexión, con la experiencia, con las mañanas y las seducciones del propio oficio.

Tuve la suerte de leer cuanto quería. Nunca sufrí censura alguna. Tuve acceso a toda clase de escritores que fueron mis verdaderos maestros. Los leía con ansia, aprendiendo cómo forjaban textos que me inducían a creer en sus invenciones. Entendí en seguida que para armar una estructura narrativa el talento no basta. Es necesario añadirle el trato diario con la palabra, con la emoción (que la epopeya secreta del texto filtra), definir el tiempo que es a la vez sutil y pesado, entrelazar espacios y acción, aprender a pensar mientras se crea sin perder de vista la carnalidad misteriosa de los personajes. Jamás olvidar que la ilusión de cualquier párrafo tiene como finalidad convencer al lector de que es cómplice de nuestra odisea narrativa.

Insisto en que aprendí con todos. Con autores y seres de fuera del ámbito literario, ya que recorrí intensamente formas de vida y de literatura. Fui y soy lectora atenta de historia, de teología, de filosofía. La narrativa, sin embargo, me abrió caminos y consolidó mi conciencia moral y estética. Leo y releo a Homero, Shakespeare, Proust. El ruso Dostoievski me mostró la oscuridad que mantiene al hombre prisionero de apetitos bestiales. En Brasil, Machado de Assis permanece invicto. En el mundo de la península Ibérica, de las raíces latinas, reverencio a Cervantes. Podría añadir tantos nombres. Homenajeo, sin embargo, a Monteiro Lobato y Karl May. A aquellos autores que, de tanto mentir y difundir peripecias, abrieron la puerta de la aventura por donde yo circulaba absorbiendo los postulados de la libertad. Cualquier avance del que pueda ser responsable tiene su origen una devoción intensa por mi oficio. La insistencia en seguir adelante, en jamás dar mis textos por perfectos. Siempre en busca de mi grial: simplemente una página relativamente limpia, próxima a mi aspiración literaria.

Desde hace milenios oscilamos entre la civilización y la barbarie. A lo largo de este tiempo de sombras y reverberaciones hemos sido, con todo, capaces de construir maravillas y sortilegios. De tanto moverme entre estos edificios estéticos me niego a hacer ciertas filiaciones de gusto. Cada lengua encuentra la perfección en la pluma de un creador. Albricias, por tanto.

Al frente de la Asociación Brasileña de la Lengua traté de avanzar con el bastón recibido de mis grandes antecesores. Hice lo que ellos hicieron, mantener la dignidad de la Casa en el año de su centenario. Esta institución ilumina Brasil y aprendí mucho en aquel período. Puedo decir que el trabajo me produjo alivio, me sirvió para aprender. Sobre todo el sentimiento de haber devuelto a Brasil, a mi lengua, todo lo que recibí de las entidades míticas que aún hoy fecundan mi alma. Estoy orgullosa de la cultura brasileña que presento en las universidades extranjeras, en los congresos internacionales. Es difícil desempeñar este papel, siendo como somos tan minoritarios, tan desconocidos. Tengo la continua sensación de que hemos sido olvidados a lo largo de la historia. Así y todo, no renuncio a entablar el combate indispensable.

Veo en la literatura brasileña turbulencia, inquietud, un período secreto. No es exactamente una hibernación sino tal vez la pausa que precede a grandes revelaciones. Aplaudo el gran número de jóvenes que se enfrentan con valentía al quehacer literario. Estoy a la expectativa, con el corazón emocionado. Brasil, hoy, es rutinario. Se esfuerza, pero parece no moverse, dar el salto que lo llevaría a la mínima trascendencia, a la justicia social. Estoy desalentada, pero asumo el liderazgo de todos, de cada uno de nosotros. Pero ¿cómo combatir un Estado que se armó para perdernos la consideración?

Soy Tauro ascendente en Sagitario. Conjugación de tierra y fuego. ¿Me explica eso? Por lo que respecta a los sueños, los míos son discretos. Puede que quisiera aprender a vivir, a morir. A mantener la dignidad, a seguir considerando la compasión y la misericordia sentimientos altaneros, indispensables para el ejercicio de nuestra humanidad. ¿Habré hablado demasiado?

Después de haber explorado la génesis brasileña en la novela La República de los Sueños, durante los años siguientes me empeñé en convertir la propia narrativa en personaje de una novela. Quería sumergirme en un universo que explicase la vocación humana de rescatar valores de los que dependemos para legitimar nuestra historia personal y también esa otra historia que nos rodea. Al mirar el mapa, eché el ancla en Oriente Medio. Esa región que rompió el paradigma de la invisibilidad y engendró el monoteísmo. Un dios invisible y abstracto. Un nuevo concepto de fe.

De esta forma, al ir avanzando sobre estas cuestiones, crucé el desierto, ese paraje cruzado por caravanas, mentiras, historias, intrigas, demonios, especias, seda. Que constituían, sin duda, rutas propicias a toda clase de narrativa. Como consecuencia de esta decisión, situé a la emblemática Scherezade en el corazón mismo de Bagdad, la ciudad mítica y eterna. Así, Scherezade y compañía protagonizan la escena literaria, siempre acechados por la tiranía del Califa: la imaginación se alboroza y pretende triunfar. Escribí la novela a lo largo de cinco años, mientras leía, estudiaba, me adentraba en el mundo islámico. Un saber que necesité, al final, disolver en pro de la integridad ficcional.

En la novela La República de los Sueños intenté abordar la historia brasileña de los últimos doscientos años. En el libro Voces del desierto recorro el territorio de la imaginación, exploro este refinado patrimonio humano a través del arte de narrar. Y mientras rastreo los misterios de este arte milenario doy curso al carácter civilizatorio en que está imbuida cualquier narrativa nacida de la fabulación en estado puro, exaltado, radical, como es el caso de Scherezade, mi protagonista.

La novela está situada en el siglo X, en Badgad, bajo la dinastía de los abásidas. En este enclave urbano, cercado de murallas sobrecogedoras, se concentran miserias, maravillas, devaneos, pasiones exacerbadas, todo el saber de la época. Con este repertorio pertubador Scherezade, sujeta a la ambigüedad femenina y a la tiranía, se enfrenta al Califa y le impone una realidad de la que el soberano se enamora, a pesar de que no ama a las mujeres.

Vinculados a Oriente Medio, al universo del desierto, a la vida nómada que ignora las fronteras políticas, Scherezade y sus cómplices portan consigo en cada desplazamiento un conjunto de historias, de mentiras, de convicciones que forman parte del frontispicio árabe y de la humanidad toda. Estos personajes se sumergen bajo el peso de la noción de que es necesario narrar y oír historias para hacer viable la existencia humana, habitualmente conflictiva y sórdida.

Scherezade es uno de los mitos del saber narrativo. Aun así sus historias, suficientemente conocidas, no se oyen a lo largo del libro. A través de otros recursos narrativos se siente el eco de los latidos de su corazón, sus temblores ante la muerte. De espíritu indómito, se enfrenta a la tiranía del Califa con la misma pasión que dedica a las causas populares. En cierta manera la hija del Visir, casada con el Califa, es una guerrera de la imaginación, una militante de la palabra que reverbera a través de fascinantes relatos.

La puesta en relación entre el personaje libertario y audaz y el Califa abásida agiliza un drama que discute el cuerpo, la sexualidad, la capacidad de entretener, las sentencias de muerte, la rivalidad latente entre las mujeres, encerradas en los aposentos del soberano. A lo largo del relato se retira el velo al complejo discurrir de la cultura árabe entrelazada con parámetros teo-lógicos, a partir de la existencia del libro de las revelaciones, que es el Corán. Como resultado de la firme adhesión al profeta Mahoma se consolida el Islám y surge un poder temporal bajo la forma del califato. En este caso, el califato de Bagdad, que es el que Scherezade nos describe lujosamente. Una región que, en cuanto circunscrita al poder teológico y político, no descuida la monumentalidad del arte que se alza a lo largo del imperio. Adopta un disfraz tras otro (ahora hombre, ahora mujer), la suya es una imaginación difusa: Scherezade defiende el feudo de los miserables, de los mendicantes, de los derviches, donde el acto sexual, entre otras actividades humanas, forma parte de una aventura transformada en seguida en fabulación.

Cercada por un contingente femenino, ella y los demás personajes son víctimas de la actuación intransigente de la imaginación, que jamás es inocente. Bajo su égida, Scherezade lapida, atiza, modela, moderniza, altera el corazón humano. Se atreve a arrojarnos al corazón del lenguaje, que nos dice quiénes somos en nuestra condición de seres singulares y enigmáticos. A partir de tales efectos, se produce en cada uno una metamorfosis que es, en fin, el estado compatible con el atrevimiento humano, con la audacia de vivir. Aquellas voces del desierto buscan una ruta pavimentada de sueños y de metáforas revolucionarias. Padecen la posibilidad de llegar un día a conocer la metamorfosis que inicialmente alcanza al califa, al visir y al propio reino. Pues tanto el cuerpo como la imaginación, una vez en curso, sufren una alteración. De hecho, Scherezade sabe que el misterio de lo que ella narra, y que se prolonga hasta el amanecer, es la implacable venganza de su saber contra la crueldad del califa. Es con ese espíritu como ella se enfrenta al resentido califa que, a partir de la traición de su esposa, va cayendo en las redes de una Scherezade dispuesta a abrirle las puertas de un universo inaugural y perturbador.

Hice intensas lecturas hasta confeccionar la novela Voces del desierto. Llegué a creer que tenía Bagdad en la cabeza y que viajaba con las caravanas, que visitaba las ciudades del califato de donde provenían mis personajes, calculaba la distancia a recorrer entre los puntos del imperio. Me movía con naturalidad por esta memoria visualizada y sentimental. El saber que acumulé a partir del Profeta y de las profundas relevaciones que Dios le hizo, y que desembocaron en el Corán, traté de triturarlo, de metabolizarlo, con la intención de olvidar cuanto sabía de antes. Había que disolver los nudos de conocimiento para no generar impases narrativos, para dar fluidez a las historias, para que Scherezade avanzase noche adentro infiltrándonos con su talento, con su perspicacia, con sus dudas. Sin privar al lector de la psique de Scherezade, de conocer lo que ella pensaba mientras que, a duras penas, iba desarrollando una estrategia capaz de de salvarla cada amanecer, y sin que afectase a su poder narrativo. Convivimos con escenas de descarnada sexualidad en las que el deseo del cuerpo, que no tiene moral, no la aleja de su destino, de las noches de horror que voluntariamente se ha obligado a vivir

La literatura y la vida se entrelazan. El oficio de escritora es mi centro. Filtro la realidad a través de las palabras, espúreas y resplandecientes. El simple acto de pensar me lleva a salvaguardar la creación. Hay una frase en el capítulo 31de Voces del desierto que me define: “Scherezade se sabe instrumento de su raza. Dios le concedió la cosecha de las palabras, que son su trigo”. Es lo que he hecho a lo largo de mi obra."
posted by George Cassiel @ 2:31 da tarde   0 comments
Ana Teresa Pereira de novo

Deverá já estar nas bancas. Mas ainda não vi!
Será, no entanto, sempre recomendável:
"O Sentido da Neve" (crónicas)
posted by George Cassiel @ 2:28 da tarde   0 comments
Zangam-se as comadres....
Raramente este Blog comenta outros que pouco, ou nada, têm a ver com os assuntos centrais aqui discutidos. Contudo, desta vez um Blog que marcou a blogosfera portuguesa (e digo "marcou" propositadamente) parece estar à beira do colapso... zangaram-se as comadres (Daniel Oliveira, Bruno Reis), e o Barnabé está em risco!
posted by George Cassiel @ 10:00 da manhã   0 comments
A visitar, também...

"A Casa das Mil Portas": um projecto de microcontos!
posted by George Cassiel @ 10:00 da manhã   0 comments
segunda-feira, junho 27, 2005
A visitar

"Pulsão Negativa" - Weblog dedicado a "Bartleby & Companhia" de Enrique Vila-Matas.
posted by George Cassiel @ 3:26 da tarde   0 comments
No meu bairro...
... tem mais um texto:

VI
Por cima da mercearia vive um Escrevedor de Sonhos. È sempre importante ter um no bairro. Faz-nos lembrar das coisas que esquecemos quando acordamos de manhã. Quem quer, corre, muitas vezes ainda em pijama, até ao nº2 da Rua da Mercearia e dita o que ainda se lembra de algum sonho que queira registar. Nome, dia, sonho: fica tudo escrito.

Era muito bom que pudesse trabalhar também de noite, mas o Escrevedor de Sonhos também sonha!

Muitas vezes, só aquele último sonho da manhã é que fica escrito. É sempre o último que, normalmente, lembramos melhor.

Esta noite voei. Não me recordo de mais nada.
posted by George Cassiel @ 1:00 da tarde   0 comments
Quem vai...
Brétemas no Congreso Ibérico de LIX. Aguardamos notícias frescas para breve. Temos lá outros "enviados especiais"!
posted by George Cassiel @ 12:56 da tarde   0 comments
No FORUM...
... dois novos textos: de Miguel Martins e de Paulo José Miranda.
posted by George Cassiel @ 10:26 da manhã   0 comments
arrefecer...
depois de uma sexta-feira com várias novidades para este blog (o FORUM e NO MEU BAIRRO), espera-se uma semana mais calma... mas com várias colaborações previstas aqui!
posted by George Cassiel @ 10:15 da manhã   0 comments
sexta-feira, junho 24, 2005
Bom fim de semana!
... e visitem o "FORUM", com a participação de autores, editores, críticos, livreiros, leitores e... curiosos do livro e da leitura!

... e visitem os novos textos de "No meu bairro...". Textos que começam como que por instinto, como se uma força estranha comandasse os dedos sobre o teclado.
posted by George Cassiel @ 4:26 da tarde   0 comments
FORUM
Primeira colaboração já está online.
Paulo José Miranda.
posted by George Cassiel @ 12:29 da tarde   0 comments
No meu bairro...

Os textos colocados ontem, sob o título "No meu bairro", ganharam direito a página autónoma! E promete-se actualizações...
A visitar (acesso permanente no menú no topo da página).
posted by George Cassiel @ 12:15 da tarde   0 comments
Novo projecto: FORUM!

Este Blog embarca num novo projecto.
George Cassiel convidou um conjunto de amigos a escrever sobre literatura, edição, poesia... sobre o mundo dos livros.
E eles aceitaram!
Em breve surgirão aqui os primeiros textos. Não percam (acesso permanente no menú no topo da página).
posted by George Cassiel @ 11:23 da manhã   0 comments
Congresso OEPLI 2005
De 27 a 30 de Junho, em Valência, decorre o III Congresso Ibérico de Literatura Infantil e Juvenil.



"La literatura infantil y juvenil ibérica se enfrenta a un profundo cambio que afecta a todos los ámbitos: el de la creación, la edición, la traducción, la divulgación, la distribución, la mediación y el nuevo lector. La literatura actual se sitúa en una doble encrucijada marcada por dos caminos que van desde el localismo a la globalización y desde el populismo al elitismo.
Resulta ciertamente muy difícil ubicar el lugar exacto de la LIJ dentro de ésta encrucijada pero los organizadores confían que mediante las ponencias, mesas redondas y debates previstos, se conseguirá, entre todos los asistentes establecer un balance positivo y estimulante: una actualizada visión de conjunto que permita contemplar la producción actual como un apasionante desafío intelectual dónde todos los profesionales encuentren su lugar y amplíen sus objetivos.
Con esta esperanza esperamos encontrarnos todos en la ciudad de Valencia el mes de junio de 2005.
Seréis bienvenidas y bienvenidos."
posted by George Cassiel @ 11:17 da manhã   0 comments
quinta-feira, junho 23, 2005
Auto-reedição:

"Bailarico no Bairro", Mário Eloy, Museu do Chiado.

"A pedido de várias famílias...", este blog reedita uns textos aqui colocados em Janeiro, sob o título "No meu bairro, ali ao fundo da rua":

I
A Fábrica das Coisas Pequenas fica mesmo do outro lado da rua da farmácia das pessoas saudáveis. Ali, depois da curva onde é a entrada para o parque da Fábrica das Coisas Grandes! A fábrica das Coisas Pequenas tem uma porta onde só parece caber um anão, mas entrei. É lá que se constrói tudo o que ocupa pouco espaço: alfinetes, agrafos para agrafadores, pontas de lápis partidas, chaves de cofres pequenos, anéis de meninas, entre outras coisas, mas, principalmente aqueles bonecos minúsculos que colecciono! Ah! E os botões e os olhos de bonecas também.

A propósito da Farmácia das Pessoas Saudáveis, aproveitei a ida à Fábrica para, do outro lado da estrada, comprar alface. A Farmácia das Pessoas Saudáveis estava a fazer uma promoção de vegetais. Os sumos estavam esgotados e o mel também!

A Fábrica das Coisas Pequenas tem uma porta tão baixinha que quase não consegui entrar. Por isso é que estou com esta dor nas costas!

A Fábrica das Coisas Grandes tem uma porta gigante, mas não entrei, porque não tinha nada lá que me interessasse e estava com esta grande dor nas costas!

Não vou escrever mais, porque a ponta de lápis partida que comprei está a acabar e não posso voltar à Fábrica das Coisas Pequenas... esta dor nas costas não me deixa...

II
Ali ao fundo da rua, ao virar da esquina, depois da Fábrica das Coisas Pequenas, há um bosque muito verde. Assim verde como a relva fresquinha pela manhã na primavera! Há um bosque onde costumamos ir algumas vezes por mês, quando a lua se torna grande e nos observa mais de perto.

Nesse bosque verde, como a relva fresquinha pela manhã na primavera, fica, bem lá no meio, escondida por entre os arbustos mais frondosos, numa clareira no meio das árvores, a Máquina de Fazer Sons.

Hoje fui lá ouvir o mar.

Agora, que já há ideias novas, já podemos ter a nossa própria máquina de fazer sons. Mais pequena, é certo! Mas posso tê-la em casa. Hoje, depois de ter ido ali ao fundo da rua, no meio do bosque, numa clareira, por entre os arbustos, decidi trazer uma dessas máquinas pequenas de fazer sons. Escolhi o mar.

Trouxe um buzio para casa.

III
No meu prédio vivem pessoas normais.

O vizinho do 2º esquerdo esqueceu-se do cão lá fora e passou a noite a ladrar para não sentir saudades. O vizinho, não o cão!

O meu vizinho do 2º esquerdo trabalha no Arquivo Diário do Bairro. É o responsável pelas entradas no Diário que dizem respeito à nossa rua. Escreve todos os dias a maior quantidade de informação possível: a que horas saímos, para onde fomos, o que fizemos, a que horas regressámos... É uma responsabilidade enorme. Um trabalho que exige uma imensa capacidade para estar atento a todos os pormenores.

Não sei como se foi esquecer do cão! E que vergonha ter de registar isso no Arquivo Diário do Bairro!


IV
Da minha porta vejo o mar. É uma porta no meu quarto, ao lado de um quadro azul.
Um primeiro andar e a vista é magnífica!
No verão, em dias de muito calor, mergulho para me refrescar. O vizinho do rés-do-chão empresta-me sempre uma toalha.
posted by George Cassiel @ 11:42 da manhã   0 comments
Publicado no Hotel Céline:

Liliana Villanueva está traduciendo al escritor ruso Venedikt Yeroféiev (no confundir con Viktor, La bella de Moscu, Anagrama) El libro se llama De Moscú a Petushkí y al parecer pertenece al género de las aguafuertes urbanas. En Francia y Alemania es considerado una obra de culto, como lo sería Arlt, seguramente. Editada por Feltrinelli en Italia, hoy los rusos leen a Yeroféiev como si nunca hubiesen leído a Bukowsky, lo cual es probable. Poca falta les hace, creo yo. Aquí la biografía del autor que acompaña la edición italiana.
Gracias a la generosidad de la traductora publicamos en el hotel el capítulo inicial: Moscú - Camino a la estación Kursk.

"Todos dicen: Ah, el Kremlin, el Kremlin. Todos me hablaron de él, pero yo no lo he visto ni una sola vez. Cuántas veces (miles de veces) habré estado en curda por Moscú, o luego de una borrachera con la cabeza aún zumbándome, de Norte a Sur, de Este a Oeste, de un confín al otro de la ciudad, sin rumbo fijo. Pero al Kremlin, no lo vi ni una sola vez.
Lo mismo ayer, otra vez, a pesar de que estuve dando vueltas toda la tarde, tampoco lo ví, y no es que estuviera realmente borracho. Cuando llegué a la estación Savelovski, me permití un vasito de Subrovka, como para empezar, ya que por experiencia sé que no inventaron ninguna pócima mejor como para empezar el día.
Bien, un vaso de Subrovka. Y luego, en la calle Kaliaievskaia, otro vasito, por cierto no de Subrovka, sino de licor de cilantro. Un conocido mío dice que el licor de cilantro produce un efecto inhumano en las personas, es decir, al tiempo que fortalece los músculos, debilita el alma. Por alguna razón, a mí me produjo exactamente el efecto contrario: me fortaleció el alma al máximo, mientras se me ablandaron los músculos. Reconozco que eso también es inhumano. Por eso tomé ahí mismo, en la Kaliaievskaia, dos porrones de cerveza Shiguli y un fuerte trago de oporto, directamente de la botella.
Ustedes me preguntarán: ¿Y qué más tomaste, Venichka? Yo mismo no lo sé, no sé qué más tomé por el camino. Únicamente recuerdo -y de eso me acuerdo muy claramente-, que en la calle Chejovskaia tomé dos copitas de licor de hierbas. Pero de ninguna manera debo haber cruzado la avenida Sadovoie Kolzó, sin haber tomado algo antes. No, de ninguna manera. Así que entretanto debo haber tomado alguna que otra copita.
Sí, y entonces fui hacia el centro, aunque siempre me pasa lo mismo: cuando quiero ir al Kremlin, termino en la estación Kursk. En realidad tenía que ir a la estación Kursk y no al centro, pero igual fui al centro, para ver al menos una vez al Kremlin. De una forma u otra, yo creo que nunca voy a poder ver el Kremlin, ya que siempre termino en la estación Kursk.
Podría llorar de rabia. No tanto por el hecho de que esta vez tampoco me salvé de llegar a la estación Kursk (¡Macanas! Ayer no llegué, pero hoy sí voy a llegar). Y tampoco por el hecho de que por la mañana me desperté en alguna escalera misteriosa. (Como pude comprobar, ayer me senté en un escalón de esa escalera, el cuarenta contando desde abajo, apreté mi maletín contra mi corazón y me dormí). No, no es eso lo que me da rabia. Lo que me da rabia es que, según mis cuentas, desde la calle Chejovskaia hasta esa escalera seguí tomando hasta gastar seis rublos, pero ¿qué fue lo que tomé y dónde lo tomé? ¿Y en qué orden? ¿Fue con ganas o tomé con asco? Eso no lo sabe nadie, y ahora nadie, nunca más, habrá de saberlo. Tampoco sabemos hasta ahora si fue el Zar Boris el que asesinó al Zarevich Dimitri ¿o fue al revés?
¿Qué escalera era esa? No tengo idea. Pero así es. Todo es así. Todo en el mundo sucede lentamente y al revés, para que el hombre no se convierta en un petulante, para que el hombre esté triste y confundido.
Salí a la calle cuando empezó a amanecer. Cualquiera sabe, cualquiera que se despierte sin conciencia en una escalera extraña al amanecer sabe qué pesar lleva uno en el corazón mientras baja cada uno de esos cuarenta escalones de la escalera desconocida, y qué pesar lleva uno encima cuando sale al aire de la vereda.
No importa, no importa, me digo a mí mismo, no importa. Ahí está la farmacia, ¿la ves? Y más allá el tipo de la campera marrón, que se caga en sus pantalones, ese que se rasca en la vereda. A él también lo ves. Y bueno, entonces, calmate. Todo está bién. Si querés ir a la izquierda, Venichka, andá a la izquierda, no te obligo a nada. Si querés ir a la derecha, andá a la derecha.
Fui hacia la derecha, tambaleándome despacio por el frío y por la preocupación. Sí señor, por el frío y por la preocupación. Oh, ese pesar temprano en el corazón. Oh, infausta ilusión. Oh, esa falta de compromiso. ¿De qué está hecho ese pesar, al que nadie aún ha dado nombre? ¿De qué está hecho? ¿De parálisis o de náusea? ¿De extenuación nerviosa o de melancolía, ahí, en algún lugar cerca del corazón? Y si está hecho de todo eso, ¿de qué tiene un poco más: de entumecimiento o de fiebre?
No importa, no importa, me dije a mi mismo, protéjete del viento y anda, despacio. Y respira profundo, muy profundo. Respira y trata de que, mientras camines, tus rodillas no se choquen una con otra. Y anda, hacia algún lugar. No importa adónde. Mismo si doblas a la izquierda, llegarás a la estación Kursk; si vas derecho, también llegas a la estación Kursk; y si vas a la derecha, te encontrarás también con la estación Kursk. Por eso, anda hacia la derecha, para estar seguro. Oh, ¡qué inútil! Oh, ¡qué efímero! Oh, tu, tiempo impotente, tiempo ignominioso en la vida de mi pueblo ¡oh tiempo entre el amanecer y el abrir de los negocios! ¡Cuántas canas se han colado en nuestras cabezas de vagabundos melancólicos! Anda, Venichka, anda."
posted by George Cassiel @ 10:31 da manhã   0 comments
terça-feira, junho 21, 2005
Jean-Paul Sartre: ensaio inédito
Faria, hoje, cem anos.

A homenagem, através da publicação deste ensaio inédito (tradução de El cultural):

Se consideraba guapo, creo, y sin duda lo era. Sin embargo, no pensaba en mostrarse: en muchos aspectos, en el siglo XVI la pintura sigue siendo un artesanado; todo por los encargos, uno no tiene el derecho ni el gozo de divertirse con los juegos gratuitos del pincel. Cuatro “retratos del artista por sí mismo” a lo largo de esta larga vida que concluye a los 66 años es muy poco. Además, respecto a los tres primeros no estamos seguros de nada: ¿le representan realmente a él? Eso es lo que se dice, ¿pero qué lo demuestra? En Londres puede verse a un joven grave y vivaz, insolente, incómodo, de grandes ojos, que se gira prontamente hacia los visitantes y les advierte justo cuando van a sorprenderle. Nos mira; su mirada capta con la máxima rapidez todo lo que puede atrapar. El resto ofrece menos interés: una nariz que ha sido tratada sin indulgencia y luego pelo: un bigote pesimista, una barba; nadie duda que este muchacho ha puesto el orgullo en sus ojos. ¿Se trata de Jacopo Robusti en persona? Me inclinaría a creerlo: se parece al terrible anciano del Louvre y la inquietud rabiosa de 1548 anuncia oscuramente el desconcierto de 1588. No diría lo mismo del barbudo que se ha deslizado sobre el célebre lienzo de la Accademia: San Marcos salvando al esclavo. Éste me hace pensar más bien en Jean Jaurès. Pero ambos cuadros son contemporáneos.

Por lo tanto, hay que elegir: Tintoretto es Jaurès o es el hombre de Londres, o no es ninguno de los dos; pero no es probable que un único hombre disponga al mismo tiempo de dos cabezas tan diferentes. En cuanto al cincuentón de San Rocco, no veo ninguna forma de identificarlo: tiene grandes ojos, tal vez, pero los baja con tanta devoción que no los vemos. Y también sé cómo se crean los mitos: San Marcos salvando al esclavo es la primera de estas amargas victorias que jalonaron el camino de Jacopo Robusti: escándalo y triunfo, aplausos e intrigas; el pintor aparece todo él con su grandeza y aquello que sus contemporáneos denominaron sus defectos; el pensamiento mítico exige que figure en persona en el lienzo. En cuanto a la Scuola San Rocco, es su feudo; esas grandes salas vacías sólo hablan de él: cómo iban a aceptar los visitantes el no encontrarle a él, devoto guardián de sus obras maestras. El mito hecho realidad: por eso desconfío de él.

Pero dejemos esto: se tomase como modelo o no, no consideró oportuno decírnoslo; lo que cuenta es esto: se pintó descuidadamente y, para colmo, deprisa y corriendo. Para reconocerlo, sus conciudadanos no necesitaban que se nombrase.

En su retrato del Louvre, por el contrario, trazó su nombre con grandes caracteres que cruzan la parte superior del lienzo; como si esto no fuera suficiente, leemos a nuestra derecha, sobre su hombro izquierdo, ipsius.f. Por primera vez en su vida, se dirige directamente a nosotros, a la posteridad. Y con qué patética insistencia: tiene algo que decirnos, nos habla. Tratemos de comprenderle.

El cuadro data de 1588. La muerte de Tiziano se remonta a doce años atrás, el Veronés acaba de morir. Este siglo se vació en su final de todos sus grandes artistas. Sólo pervive uno, este anciano septuagenario que a su vez abandonará pronto el escenario y que lo sabe; en el momento de marcharse, se muestra y se nombra por primera vez; ¿qué puede querer pintar si no es su vida consumada, que ha agotado todas sus posibilidades y todas sus desgracias? El hombre puede trabajar todavía algún tiempo: pero esto ya no cuenta, está acabado, ha jugado todas sus bazas; por fin, puede dar testimonio de lo que es, ya que no será otra cosa que aquello que ha sido. Una experiencia plena y total aclarada por la muerte, por esta eternidad que va a engullirle: esto es lo que pondrá en el lienzo. Soy esto y nada más; ya no aguardo nada y ya no espero nada. Ecce Homo. Pero los ancianos no detestan darse aires apacibles para hacer creer que han tenido éxito en la empresa de la vida. Al fin y al cabo, éste no está tan mal situado: ha cubierto las paredes de Venecia con sus lienzos, su gloria es discutida pero resplandeciente, sus odiados rivales han abandonado el lugar y además cree, ha sido educado en la fe: puede que vaya a sonreír a sus sobrinos nietos, a ofrecerse a Dios: mirémosle.

Basta un instante para comprender: este hombre nos hace saber que está desesperado. Se ha pintado de frente, nos mira: como todos los funcionarios que ha retratado. ¡Qué ojos tan inmensos! Se le comen el rostro. Tápenlos y hallarán una admirable insignificancia: unas mejillas hundidas, una nariz fuerte y con la punta oronda, un bigote que hace una mueca en el lugar de una boca invisible. Dejen de taparlos y encontrarán al hombre. Y esto es lo que sorprende primero: está estupefacto; lo que se lee en sus ojos es un viejo estupor exhausto, inerte como su vida, endurecido como sus arterias; tal vez lo vivió antaño como una pasión: ahora lo sufre como una enfermedad mortal.

¿Qué le sorprende? ¿Qué ve? Por supuesto, los críticos no perdieron la ocasión de llamarlo “visionario”. Por otro lado, es lo que deseaba, ya que construyó todo el cuadro para hacer destacar sus órganos visuales. Estoy seguro de que los pintó mayores de lo que eran. Muchas máscaras africanas tienen unas enormes narices: la respiración es la vida. Del mismo modo, estos dos soles negros son unos símbolos: encarnan el Genio de la pintura, manifiestan el Poder de la Visión. Pero yo, cuanto más pienso en ellos, más me recuerdan a los ojos vacíos de sus dux: lo que mira, en principio, es a mí. Pero, ¿me ve? Con un ojo, tal vez: con el ojo izquierdo. Esta pupila oscura interroga. Pero el interrogante no pide ninguna respuesta; sabe desde siempre que no recibirá ninguna: implacable, maniaca, insoportable, no se trata de una pregunta planteada activamente, es la expresión de un estado pasivo del alma.

Pienso en ese otro tuerto, el condenado de la Capilla Sixtina: éste ve. Se oculta el ojo izquierdo aplastando su mano contra la cara, pero el otro ojo abierto de par en par me mira. Con la vista, el hombre se sale de sí y se lanza sobre mí, no me suelta. Por el contrario, con la expresión, con la mímica, se entrega, joven sujeto pasivo, completamente absorbido por lo que siente: basta cubrir su frente con un trazo vertical, ennegrecer la órbita y alzar la ceja, modelar, en la parte inferior de este rostro, la boca de las máscaras trágicas. En resumen, mediante este contraste violento pero fácil, se crea un gigante perplejo que no se conoce ni se comprende a sí mismo, que ni siquiera puede dirigir su atención hacia su alma y que, para reflexionar, necesita aquello que se denominaba antaño una “fascinación auxiliar”. Afortunadamente para él, está ese Otro que se le parece como un hermano pequeño, yo: este gigante hurga en mi corazón para ver en él lo que él mismo siente. Y, sobre todo, para hacerme sentir aquello que él ve. Un luchador condenado, para descubrirme mejor mi condena, pretende mirar la suya; quiere fascinarme fascinándose por mí, me propone esta amable reciprocidad de los pánicos: cada uno de nosotros contemplará su verdad en el alma podrida del otro. Porque Miguel Ángel me odia. Lo sé y no se lo reprocho: utiliza unos artificios demasiado toscos; al tratar de aterrorizarme con sus tirachinas, se entrega, viejo loco indignado que ha perdido el Cielo sin encontrar la Tierra. Qué importa; vive, el odio le conserva: la corriente pasa. Tintoretto no odia a nadie: la corriente no pasa.

Al ocultar la mitad de su rostro, el grandullón de la Sixtina nos invita a suponer que es igual que la otra; si apartase los dedos, su otro ojo me deslumbraría. Tintoretto lo deja todo al descubierto y nos aterroriza de verdad: el otro ojo está muerto. El párpado se vuelve más pesado, el disco negro sube hacia él; el globo ocular va a bascular, el blanco lo engullirá todo. El origen de esto es el procedimiento del que he hablado, esa asimetría sabia que suaviza los retratos públicos pero, en esta ocasión, no suaviza nada, mata. Al pintar a su condenado, Miguel Ángel se esforzaba en contradecir al ojo mediante la máscara; aquí, la contradicción se establece mediante los ojos. En la indisoluble unidad del rostro, entre el ojo que se obstina en mirar y aquél que se abandona a la muerte, hay una diferencia de un segundo; un segundo bastaría para volverlos iguales: el globo inerte gana la partida, arrastra al otro, las tinieblas se amontonan ya en el fondo de la pupila viviente. La mirada resiste, se arranca a la órbita ciclópea y se desmorona, agotada: flota bajo los párpados; inerte, va a hundirse. En su fijeza, leo un rencor profundo: sin embargo, ¡qué desarmado está! Ni siquiera tiene la fuerza de proteger al modelo: no es una visión, es un sufrimiento. El artista se entrega: trata de convertirse en objeto hasta en su conciencia de sí mismo. Al representar la pura actividad del alma bajo la forma de una pasividad, ha conseguido este truco prodigioso de abrir su mirada como una ostra y hacerla penetrar por la nuestra.

¿Por qué ofrecerse? ¿Por terror a morir? No; ya lo he dicho: la muerte es el día oscuro que cae del tragaluz para permitirnos hacer cuentas y pasar página; el pintor está al completo, como sus dux; eso es todo. Si lo único que quería era un poco de supervivencia en las memorias, tenía que darse un aire público con una pose ventajosa. Y que no vengan a decirnos que se dispone a comparecer ante su Juez Supremo: mira hacia abajo, como los toros furiosos; este hombre se cuestiona a sí mismo en su totalidad, pero no es a Dios a quien pregunta: es a nosotros. O, más bien, es a sí mismo; posa delante de su espejo. Tintoretto apenas se conoce y su retrato demuestra que no se trataba mucho: este anciano estupefacto se busca entre la gente, entre las cosas, fuera de sí. Imagínense el taller en la penumbra y estos lúgubres planetas que surgen, aterradores dobles de dos planetas lúgubres. Por cierto, ¿eran realmente tan lúgubres? No es ese vacío atónito que le devolvía el espejo, sino el rostro duro y vigilante de un pintor al acecho. Ésta es pues la superchería: trabaja, se pinta, domina su arte; un hilo de acero, la vista, lo reúne con su modelo; pero en el lienzo, se da la soledad de un cadáver; una única señal de vida sobre esta masa de carne en el exilio: la vana búsqueda de un reflejo demasiado lejano que se escapa. Últimas voluntades del artista: su vida debe aparecer ante la posteridad como un paciente y vano interrogante que se hunde sin cesar antes de alcanzar su objeto. Se defiende, está claro: por lo tanto, hay juicio.

Pero Dios no está en el ajo. El caso de Tintoretto o la República Serenísima y el Género Humano contra Jacopo Robusti: la discusión tendrá lugar entre los hombres, a puerta cerrada: ni siquiera se admitirá a los ángeles. Tintoretto nos lega su retrato porque quiere aparecer en persona en el juicio. Se declara culpable: si no, no tendría ese rostro atormentado de viejo asesino. Este acusado nunca se preguntará: ¿quién soy? Quiere que sepamos que es consciente de su crimen y que se hace una pregunta, una sola, siempre la misma, sin recibir nunca una respuesta: ¿qué he hecho? Sabemos lo que ha hecho: ha pintado. La pintura es el objeto de debate. Pero Jacopo Robusti tiene demasiado orgullo para creerse mal pintor. Este caso, por cierto, no sería digno de castigo y la posteridad no se lo tendría en cuenta: sencillamente, se olvidará hasta de su nombre. No: la pregunta debe tener la misma dimensión que sus cuadros, gigantesca; se lee claramente en el rostro de aquél a quien se dio en llamar “el primero de los poetas malditos”: “Yo que soy un gran pintor, el más grande de mi siglo, ¿qué le he hecho a la pintura?” Tal vez el juicio, como Anthony, el melodrama del padre Dumas, se terminó con esta confesión: “Se resistió y la asesiné”.

Sin embargo, ¡vaya aires de rencor! En el momento de confesar, acusa. ¿A quién? A los hombres, seguramente, que nunca le han querido, nunca le han socorrido, que le han hecho sufrir todos los disgustos. Pero hay algo más: si ha exagerado tanto la dimensión de sus órganos visuales, no puede ser únicamente por orgullo; se diría que lleva hasta el límite su capacidad de ver para descalificar mejor la Visión. Recordemos a sus dux: eran cosas provistas de mirada. Ahora va más lejos: la propia mirada va a convertirse en una cosa; siempre lo ha sido. La espesa noche material llena a rebosar la única pupila que todavía vive: ¿cómo iba a liberarse de su inercia esta gravedad opaca para ir a atacar a otra opacidad en otra parte? La vista miente, la mirada exilia: es el sueño idiota de una materia obsesionada; no hay nada que ver y mostrar, el mundo es nocturno.

El acusado ni siquiera da importancia a su estrategia de defensa: morirá sin saber si la Pintura es imposible o si la mató al pedirle aquello que no podía darle. Nadie ha podido trucar los dados puesto que Dios existe. ¿Entonces? ¿Qué había que hacer? ¡Lo perdido que parece! Rembrandt tampoco tiene una pinta alegre en su último retrato: ha comprendido que todas las victorias son amargas, contempla la suya con una lucidez taciturna. Tintoretto murió en la ignorancia: ¡lo que habría dado, 10 años antes, para conocer el sabor de la amargura de la victoria! Se podría haber sentido satisfecho si hubiese podido suspirar: “Pues sí: he ganado, ¿y luego?”, o preguntar al horizonte como el desconocido de Bellini: “¿Qué es el hombre?”. Ahora ya no desea nada: la hiel de la derrota llenará su boca hasta el final. Y es su derrota; el género humano no es el culpable; Jacopo Robusti es víctima en persona de un misterioso desastre que sólo le concierne a él. Respecto a la lucidez, es lo que más echa en falta: no dispone ni de herramientas ni del distanciamiento ni de la tregua que le permitirían juzgarse a sí mismo. Este anciano está completamente confundido; se diría que repite indefinidamente: “No comprendo”. Pero en el preciso momento en que se entrega, cuando su extrañeza raya en el embotamiento, cuando estaríamos tentados de leer en su rostro el extravío de una bestia en vez de la tristeza de un hombre, algo queda en él que nos obliga a guardar la distancia: el orgullo austero de su desesperación.

“Yo, el mayor pintor de mi siglo, ¿qué le he hecho a la pintura?”. A cuatro siglos de distancia, podemos responderle: la mató, eso es seguro. Y, muy recientemente, Picasso también la mató. ¿Y luego? Para eso esta hecha, ¿no? Por otro lado, en verdad era el pintor más grande de su tiempo, uno de los mayores de todos los siglos. ¿Por qué se condenó? ¿Por qué legarnos, como testamento, la confesión de este incomprensible Naufragio?

Sorprendido por un desconocido terrible en el momento de abandonar el lugar del crimen, el asesino dispara; el otro hace lo propio, con el mismo gesto: ¡Uf!, sólo era yo en el espejo de la antecámara. Esto lo vi en una película muy antigua, en 1919, y quedé fascinado. Ignoraba entonces que el director era un plagiador y que, tres siglos antes de su nacimiento, el instante de este encuentro quedó fijado para siempre. Desde el fondo de un espejo de Venecia, un extraño se acerca a sí mismo y se pilla con las manos en la masa: amenazas, pánico y todo degenera: este Otro, soy yo. Pero eso no arregla nada, al contrario: así pues, ¿soy Otro? En este desconocido, que resulta ya tan familiar que no puede juzgarle, Tintoretto no sabe qué le aterra más: ¿es el hecho de no reconocerlo o de reconocerse demasiado?

Ésta es nuestra oportunidad, aprovechémosla. Buscábamos a un hombre y damos con su Otro, mucho mejor: es el buen camino. Porque este Otro no es más que el residuo de determinadas empresas, de una vida, de una época. ¿Cuáles? ¿Qué hizo Jacopo Robusti y en qué se le convirtió para que se confundiese con este fantasma? ¿Por qué medio la astringencia diabólica ha refractado, torcido, sus actos más íntimos hasta obligarle a decirnos: “No era esto lo que quería”? Abandonemos toda esperanza y sigamos al guía: descenderemos al fondo del Infierno Serenísimo y, algún día, a la chita callando, traeremos al más considerable de sus condenados

[Copyright: Editions Gallimard et Succesion Jean-Paul Sartre]
posted by George Cassiel @ 4:18 da tarde   1 comments
segunda-feira, junho 20, 2005
dois livros curtos...
... mas de enorme qualidade.
Um fim de semana com Ondjaki e Gonçalo Tavares!
posted by George Cassiel @ 3:38 da tarde   0 comments
sexta-feira, junho 17, 2005
e se no fim-de-semana...
... a janela do quarto se abrisse pela manhã, e o mar entrasse intensamente.
De pés molhados pelo sal,
deixar-nos-íamos abraçar pela água, mergulhando nos segredos do infinito.

Hopper, "Rooms by the Sea"
posted by George Cassiel @ 2:32 da tarde   0 comments
quarta-feira, junho 15, 2005
Estas cidades...
... acordam-nos os dedos! O que será?
posted by George Cassiel @ 2:28 da tarde   0 comments
Estas cidades...
... que nos fazem escrever! O que terão?
posted by George Cassiel @ 2:25 da tarde   0 comments
Magazine de Junho

"Capitale culturelle, emblème du « melting pot », creuset artistique, New York est la ville-monde par excellence. D’Edith Wharton à Paul Morand ou Don DeLillo, elle n’a cessé de fasciner les écrivains, qui commencent à s’approprier le 11 Septembre. Haut lieu du luxe pour Truman Capote, symbole des guerres sociales pour Tom Wolfe, cauchemar urbain pour Bret Easton Ellis, « la ville qui ne dort jamais » montre des visages changeants dont la profusion décourage toute tentative d’exhaustivité. Mais l’on peut toujours visiter l’Ellis Island d’un Georges Perec ou le Brooklyn rêvé d’un Paul Auster en songeant aux frasques de la génération perdue ou à la figure de l’intellectuel juif new-yorkais… Sillonner les rues si droites et pourtant si imprévisibles de la Grosse Pomme revient dès lors à suivre les lignes de force qui structurent non seulement un continent et une société, mais aussi l’imaginaire d’une vaste constellation littéraire, éternelle et mouvante."
posted by George Cassiel @ 1:00 da tarde   0 comments
terça-feira, junho 14, 2005
Ontem...
também foi a data de Al Berto... 8 anos depois!
posted by George Cassiel @ 6:41 da tarde   0 comments
Feira do Livro
Terminou.
"Sucesso". "Insucesso". "Aumento de vendas"... "redução ignificativa". "É a crise". "Não se notou a crise".

e novidades?!
posted by George Cassiel @ 6:37 da tarde   0 comments
apetece ficar por casa
As casas

As casas habitadas são belas
se parecem ainda uma casa vazia
sem a pretensão de ocupá-las
tornam-se ténues disposições
os sinais da nossa presença:
um livro
a roupa que chegou da lavandaria
por arrumar em cima da cama
o modo como toda a tarde a luz foi
entregue ao seu silêncio

Em certos dias, nem sabemos porquê
sentimo-nos estranhamente perto
daquelas coisas que buscamos muito
e continuam,no entanto, perdidas
dentro da nossa casa


de José Tolentino Mendonça
em Igual Para Igual(2001)
posted by George Cassiel @ 6:31 da tarde   0 comments
dormentes...
... os dedos escrevem menos!
posted by George Cassiel @ 4:15 da tarde   0 comments
segunda-feira, junho 13, 2005
despedem-se...
Alvaro Cunhal e Eugénio de Andrade.
posted by George Cassiel @ 4:42 da tarde   0 comments
terça-feira, junho 07, 2005
Robert Walser, em mãos.

"Jakob Von Gunten: um Diario", de Robert Walser, recente edição da Relógio d'Agua.

Sinopse do editor:
"Jakob von Gunten é o terceiro romance de Robert Walser, o seu preferido e o mais inovador. Foi escrito em 1909, em Berlim, três anos depois de o autor deixar o instituto onde foi educado. O protagonista principal do livro é o Instituto Benjamenta, onde se procurava sobretudo incutir "paciência e obediência, duas qualidades que pouco ou nenhum proveito prometem". Através do diário do estudante Jakob, conta-se uma "história singularmente delicada", para usar a expressão Walter Benjamin. Jakob começa por tornar-se um enigma para ele próprio, levando-nos depois através de medos, dramas e também mistérios, a um desfile de personagens e situações que é um dos mais marcantes do século XX, contribuindo para que Susan Sontag considerasse Robert Walser um "escritor verdadeiramente magnífico que nos parte o coração". Robert Walser nasceu em Biel, na Suiça, em 1878 e viveu em Berna e Zurique, Estugarda e Berlim. Escreveu uma obra desdobrada em quinze livros, "estranho e fascinante espelho da vida", admirada por Musil, Kafka e Walter Benjamin. Morreu quando dava um dos seus passeios solitários no dia de Natal de 1956, perto do manicómio de Herisau, onde passou os últimos anos. "
posted by George Cassiel @ 12:03 da tarde   0 comments
sexta-feira, junho 03, 2005
Outra breve interrupção para...
... recomendar,como leitura para este fim de semana, estas cartas do Paulo José Miranda.
posted by George Cassiel @ 6:27 da tarde   1 comments
breve interrupção para...
... recomendar a leitura do Suplemento Babelia do El Pais de amanhã.
O alerta vem daqui (Brétemas).
posted by George Cassiel @ 6:23 da tarde   0 comments
Bom fim de semana!
posted by George Cassiel @ 4:14 da tarde   0 comments
Crítica à Feira
A recente visita à Feira do Livro de Lisboa (em breve voltarei!) deixou-me duas impressões antagónicas. Se, por um lado, é manifesto o investimento no "aspecto exterior" da feira, com um cuidado estético redobrado, uma atenção aos espaços de circulação, uma capacidade de criar maior "área de respiração" entre stands, por outro, tenho sérias dúvidas da qualidade dos objectos expostos. Numa analogia forçada, senti-me uma espécie de visitante a uma exposição de um artista de má qualidade, num museu cuja arquitectura bastava por si. Ou seja, melhor ainda: uma má prenda num bonito embrulho!

A crítica nem é ao mercado editorial português. De facto estes últimos anos têm sido profícuos em excelentes títulos nas bancas. A crítica é às opções que se fazem nos destaques dos stands... nem todos, naturalmente. Mérito seja reconhecido à Cotovia, à Relógio D'Água, à Assírio e Alvim, à Antígona... e a poucos mais.

Mas, aquele proliferar de obras "peso pluma", esoterismos gasosos, ligeirezas de análise e, se quiserem, até edições de mau gosto estético, não deixam uma imagem real da qualidade que vai existindo no nosso mercado editorial.

Sei que as Feiras do Livro servem para facturar... por vezes também para apresentar obras novas... no limite para conviver com os autores...

Contudo, imaginem-se completamente distantes das livrarias durante um ano, apenas contactando com o mercado editorial durante esta Feira do Livro. O choque seria imenso. Desilusão. Todas as editoras têm, certamente, melhor para mostrar.

Ainda assim vale a pena ir à 75ª Feira do Livro de Lisboa.
posted by George Cassiel @ 10:31 da manhã   0 comments

GEORGE CASSIEL

Um blog sobre literatura, autores, ideias e criação.

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"Este era un cuco que traballou durante trinta anos nun reloxo. Cando lle chegou a hora da xubilación, o cuco regresou ao bosque de onde partira. Farto de cantar as horas, as medias e os cuartos, no bosque unicamente cantaba unha vez ao ano: a primavera en punto." Carlos López, Minimaladas (Premio Merlín 2007)

«Dedico estas histórias aos camponeses que não abandonaram a terra, para encher os nossos olhos de flores na primavera» Tonino Guerra, Livro das Igrejas Abandonadas

 
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