segunda-feira, abril 11, 2005
Juan Marsé - I


Publicada em ClubCultura.com.
Este texto ha sido realizado con fragmentos tomados de las siguientes entrevistas, revisadas posteriormente por el autor:
Ramón Freixas, "Quimera", No. 106-107, 1991.
Beatriz Berger, "Revista de libros" suplemento dominical de "El Mercurio", No. 367, Chile, 19/5/96.
José Luis Muñoz, "Leer", julio-agosto, 2000.
Carles Álvarez Garriga y Manolo Martín Soriano, "Lateral", junio 2000.
Círculo de Lectores entrevista a Juan Marsé, para "Círculo Digital".


¿Cuándo nace Marsé, el escritor obrero?

En plena efervescencia del realismo social, en unos momentos en que prevalecían las motivaciones políticas sobre los valores estrictamente literarios, que, de repente, surgiera un chaval que trabajaba en un taller de joyería, limitado a una vida de barrio y con unas vivencias culturales prácticamente nulas, era algo así como la llegada del mesías. En realidad todo esto pertenece al capítulo de la confusión y mitificación de aquellos años. Naturalmente, descubrieron rápidamente que yo no deseaba continuar siendo un obrero y lo que quería era cobrar el máximo posible por los libros para salir de la esclavitud de las ocho horas diarias del taller de joyería, amén de otros trabajos. Como obrero no daba juego, además la novela no tenía pretensiones reivindicativas de orden político, por mucho que nadie quisiese verlo, aunque sí que existía una denuncia indirecta de un país y de una ciudad sometidos al franquismo, pero era una novela de una atmósfera decadente, opuesta a los parámetros del realismo social.

¿Cuándo te planteaste vivir de la literatura?

Incluso después de haber publicado "Encerrados con un solo juguete" no tenía claro si llegaría a ser un novelista. Mi ideal era vivir de las novelas, pero era (y sigo siéndolo) muy escéptico y tardé muchos años en poder desprenderme de ocupaciones paralelas en el mundo de la escritura. Porque, por muy bien que se vendiera un libro, eran ediciones de 10,000 ejemplares y poco más. Imaginar que casi cuarenta años después siguiera editándose "Últimas tardes con Teresa" era impensable. Continué trabajando bastante tiempo en el taller, incluso después de ir a París, donde di clases de español, trabajé en el Instituto Pasteur y traduje guiones del francés al español en coproducciones. De hecho, no fui consciente de mi "vocación" literaria hasta 1963 mientras escribía "Últimas tardes con Teresa".

¿Reconoce algún vínculo entre la joyería y la escritura?

Sí, una relación más bien artesanal. Yo no escribo con ordenador (aunque ahora me he comprado uno), me gusta mucho escribir a mano. Sólo empiezo a pasar a máquina los textos cuando están muy avanzados. Se necesita, sí, una cualidad: paciencia.Las prisas son malas para todo, pero muy especialmente para la literatura, porque es necesario estar atento a muchos detalles y trabajar pieza por pieza. Hay algo de artesanía en esa minuciosidad con que se elaboran los libros. De hecho a mí me cuesta muchísimo escribir y dar por bueno un párrafo. A lo mejor estos días... Sobre todo cuando se pule... Sí, yo me paso la vida corrigiendo. Podría no acabar nunca. De hecho, estoy preparando unas reediciones de mis libros y he ampliado algunas escenas, porque me doy cuenta que podrían mejorarse. A veces encuentro una frase que chirrea, entonces la desmonto y la vuelvo a montar. ¿Por qué no hacerlo? A mí me ha gustado siempre corregir. A veces suelo afirmar que preferiría que otra persona me escribiera los libros, y yo corregirlos.Pero las ideas juegan también un papel fundamental en la creación literaria, ¿o no? Mira, para escribir sólo se necesitan tres cosas: tener una buena historia que contar; saber contarla -lo que significa oficio-, y algo muy especial: tener ganas de contarla. A veces, cuando un novelista no tiene nada que decir, pone mucho énfasis en el cómo, complica la historia, la estructura y el lenguaje. Pero si la historia posee fuerza, aunque a veces no esté genialmente escrita, interesa. Hay autores desaliñados que yo adoro; Baroja, por ejemplo. Se ha dicho que es muy pedestre y a veces con pifias de lenguaje. Bueno, da igual, porque sus personajes poseen una fuerza extraordinaria, es un creador de atmósferas y de personajes, y todo lo que toca tiene vida. El secreto está en dar vida. Conseguir la complicidad del lector es muy importante. Y para atraparlo, cualquier procedimiento es bueno. En definitiva, la literatura de ficción es una mentira bien contada, pero si mediante ella consigues que te crean lo que cuentas, el objetivo está cumplido. El paisaje de la posguerra Existe, a lo largo de toda tu trayectoria narrativa , una fijación por un mismo paisaje, el Guinardó y Gracia, y una época, la posguerra.

... continua...
posted by George Cassiel @ 2:54 da tarde  
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"Este era un cuco que traballou durante trinta anos nun reloxo. Cando lle chegou a hora da xubilación, o cuco regresou ao bosque de onde partira. Farto de cantar as horas, as medias e os cuartos, no bosque unicamente cantaba unha vez ao ano: a primavera en punto." Carlos López, Minimaladas (Premio Merlín 2007)

«Dedico estas histórias aos camponeses que não abandonaram a terra, para encher os nossos olhos de flores na primavera» Tonino Guerra, Livro das Igrejas Abandonadas

 
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