La Jornada (11 e 12 de Maio de 1997):
El EZLN, única guerrilla de AL con sentido de la realidad: Benedetti
Angélica Abelleyra/ II y última ¤ Aunque Mario Benedetti celebra una ``frase reveladora'' de la que no recuerda el autor, pero dice algo así como que ``el pesimista es un optimista, pero bien informado'', el escritor uruguayo se coloca mejor en el lado de los incurables del optimismo. ``Aún ahora lo soy, sin posibilidad de sanarme. Y, a pesar de creer que la humanidad va hacia el suicidio si continúa por este rumbo, también creo que muchas veces el género humano ha estado al fondo del abismo y ha sabido rescatarse. De alguna manera, la humanidad sabrá salvarse''.
--Hablando del suicidio, alguna vez trascendió el rumor que Benedetti se había suicidado. ¿Ha estado en usted como opción?
--Nunca he pensado en suicidarme. Tengo un lado bastante vital como para llegar a él. Cuando trascendió el rumor era un momento en que estaba en Cuba y era una noticia militante. Fue como una forma de la crítica literaria. Je...
Desde el auricular se escucha la risa de Benedetti, el autor de Quién de nosotros (1959) y Primavera con una esquina rota (1987); el responsable de la letra de muchas canciones que en la voz de Joan Manuel Serrat, Nacha Guevara, Pablo Milanés, Daniel Viglietti y Zitarrosa han dado miles de repeticiones de estrofas como ésta: Si te quiero es porque sos/ mi amor mi cómplice y todo/ y en la calle codo a codo/ somos mucho más que dos; el creador de historias como La tregua, que en 1960 le dio renombre internacional y luego fue llevada al cine, con una nominación al Oscar como mejor película extranjera de 1974, a la que le quitó el trono nada más y nada menos que Amarcord, de Fellini; el ensayista que a sus 76 años conserva un muy saludable humor.
Siempre amable, responde con calma, aunque comenta sentirse un poco abrumado por la cantidad de compromisos que tendrá en España, ahora que se ha convertido en el ``hombre del mes'' de la agenda literaria a causa del lanzamiento que hace la firma Alfaguara de su nueva novela, Andamios, y una serie de homenajes y exposiciones en varias ciudades españolas.
Soy crítico, no subversivo
--¿Qué da y qué quita la edad?
--Da más madurez, a veces más serenidad y paciencia. En ocasiones da más lucidez, porque uno no ve nada más las cosas con los ojos del presente sino con los del pasado. Cuando se es más viejo uno puede acertar más sobre el futuro. ¿Qué quita? Fuerza física; el cuerpo se deteriora y la energía cambia, aunque el cuerpo es la meseta donde se apoyan las cosas del espíritu.
--Dice que no es autobiográfica, pero en Andamios el exilio es hilo conductor de la novela. A la distancia, ¿cómo lo mira?
--He estado exiliado en cuatro países. Y durante el exilio uno hace nuevos vínculos, recibe muestras de solidaridad. La vida del exiliado es un fenómeno de ósmosis. Uno le da a ese pueblo que lo recibe lo mejor que tiene y ese pueblo le da cosas a uno. Es un intercambio enriquecedor y evidente. Cuando uno regresa a su país se cumple la esperanza, el correlato de las nostalgias que fueron tan importantes en el exilio, pero luego, cuando uno está de nuevo en su país también siente nostalgia de ciertas cosas del exilio, que tienen que ver con las personas. Porque de los gobiernos es poco lo que se puede aprender.
--¿Ya siente a Uruguay como patria suya?
--Siempre fue mi país. En el exilio y cuando regresé, con lo bueno y con lo malo.
--¿Cómo lo halló?
--Lo que sí tengo en común con Javier, el personaje de Andamios y con tantos desexiliados (una palabra que inventé), es que uno encuentra un país distinto al que dejó. Son 12 años con una dictadura y las dictaduras no pasan en vano. Además, por fortuna uno es distinto, de modo que hay encuentros y desencuentros en el regreso y uno tiene que ir asimilando esa vuelta e ir normalizando la relación. No es fácil, pero si hay afecto, solidaridad y comprensión de ambos lados, va mejorando con el tiempo. No es lo mismo mi ubicación hoy en Uruguay que cuando en 1985 recién volví del exilio. Hoy me siento más integrado, pero sigo con los ojos bien abiertos.
--¿Continúa subversivo?
--No tengo una actitud subversiva, sino crítica. Digo lo que me parece mal. Pero más que en los poemas y en los cuentos, lo digo en los artículos periodísticos sobre Uruguay y otros países de América Latina.
--Al respecto, ¿cree, como dice en Andamios, que América Latina sigue aceptando el papel de mendigo frente al mundo?
--Los que siguen pidiendo limosna son los gobiernos, no los pueblos latinoamericanos. Los gobiernos siempre están con la mano tendida y es una lástima, porque sólo sirve para la humillación. Nunca los poderosos ponen algo en una mano tendida. Es muy poco lo que consiguen en términos materiales, y sí obtienen una doblegación que se refleja en la vida del país.
--Incluye en su libro una frase de José Emilio Pacheco: ``Ya somos todo aquello contra lo que luchamos a los 20 años''. En su caso, ¿qué salvó de los 20 y qué no?
--He seguido luchando contra las mismas cosas que luché hace años, sin éxito, eso sí. Sigo manteniendo mi lucha contra el imperialismo y la corrupción que han sido constantes. Con poco éxito, pero gracias a eso puedo dormir tranquilo.
De Cuba y Chiapas; de realidades y utopías
--¿Cuba sigue siendo su patria política?
--No tengo una patria política. El papel de Cuba es y sigue siendo muy importante para toda América Latina, porque fue la primera vez que un país, aun pequeño como él, se rebelara frente a la presión estadunidense. Y bueno, no siempre se ha acertado en lo que ha hecho la Revolución Cubana, pero sí sería una verdadera tragedia para Latinoamérica que la Revolución terminara.
--¿Cuáles desaciertos destaca en el gobierno de Castro?
--Quizá la mayor diferencia que tengo con el gobierno de Cuba es la pena de muerte. Estoy en contra de la pena de muerte, con cualquier ideología que la sostenga. Y Cuba la tiene, al igual que Estados Unidos. Para mí sería una magnífica noticia que Cuba eliminara la pena de muerte, así quedaría solo EU.
``Aunque no es cuestión de rasgarnos las vestiduras con el caso de las cinco ejecuciones que Cuba ha hecho en los últimos 15 años. Cuando EU tiene dos mil 200 condenados a muerte y prácticamente todas las semanas van muriendo esos condenados, a veces con espectáculos deleznables como el del cubano que fue ejecutado y por un defecto del mecanismo le empezó a salir humo de la cabeza. Una imagen terrible. Además de la pena de muerte, Cuba adolece de problemas de burocracia. Pero es un inevitable mal universal con capitalismo, con comunismo, con neoliberalismo. No se ha descubierto otra manera de llevar adelante la vida del Estado si no es con la burocracia.
--Insistiendo en Cuba ¿continúa fidelista?
--En el sentido de defender la figura de Fidel, sí. Pese a los errores que hemos señalado, Fidel Castro es una de las figuras más importantes de la historia contemporánea. Es un individuo con un carisma especial que, en medio de toda esa lucha, no ha caído, como a veces acontece con los personajes incluso de la izquierda revolucionaria que de pronto pasa el tiempo y abdican de su pudor y su ética. En el caso de Castro esa acusación no se puede hacer. Nadie se ha atrevido a acusar a Castro de corrupción ni de lujos inadecuados en su vida. Es un tipo que, equivocándose y acertando, ha querido el bienestar de su pueblo. Eso es respetable.
--Pero, ¿es benéfico para un país tener un dirigente tantos años? ¿No cree en la renovación?
--Claro que es buena la renovación; pero eso lo tendrán que resolver los cubanos. Y va a ser difícil que lo resuelvan en términos ideales, si constantemente están acosando a la isla. ¿Qué otro país podría haber sobrevivido con el acoso, los bloqueos, los embargos, las amenazas y las invasiones que ha sufrido Cuba? Todos los defectos se cargan del lado cubano y no desde quienes lo acosan. Si a Cuba la dejaran tranquila, sería la mejor forma que tuviera cambios positivos e incluso democráticos.
--Le replanteo, como hace en Andamios un personaje: ¿La historia absorberá o absolverá a Fidel Castro?
--Ese será un mérito o demérito de la historia, absolver o absorber a Fidel Castro. El es una figura que está en la historia, pero si lo niega o lo perdona será cosa de la propia historia.
--Usted ha apoyado la causa zapatista y de hecho el nombre del subcomandante Marcos lo retomó de un personaje de su obra El cumpleaños de Juan Angel. ¿Qué opinión le merece la actuación hoy del EZLN, después de los años que ha permanecido en Chiapas?
--Tengo mucha simpatía por la causa zapatista. Me parece además que es una guerrilla fuera de serie, porque es la única de América Latina que ha manejado las cosas con un sentido de la realidad. No es como otros movimientos de la lucha armada que quieren conquistar el poder para, desde ahí, imponer de forma autoritaria leyes, desarrollos a sus pueblos, con la pretendida aspiración de que mejoren sus vidas. Pero los zapatistas lo que quieren es que la Constitución mexicana se aplique a ellos también, que no los deje fuera. Eso es una cosa muy sabia. Es tal vez el más legal de los movimientos que se dan en México hoy. La historia de México se dividirá en antes y después de ellos.
--¿Consideraría válido que el EZLN se convirtiera en partido político?
--Sí, puede ser interesante. Marcos es un tipo inteligente que tiene los pies en la tierra y que no está aspirando a imposibles. Tiene un sentido de la realidad y eso es muy importante para una revolución, que no aspire a cosas que la realidad mediata o inmediata hacen inverosímiles.
--¿Cree en las utopías?
--Creo que sí. Las utopías, por su misma definición nunca se realizan por completo. Son cosas que parecen imposibles y después resulta que hay una parte de ellas que se realizan. Si la humanidad ha dado pasos positivos se debe a los autores de utopías: Jesucristo, Marx, Freud. Gracias a ellos la humanidad ha avanzado y hoy puede decirse que la vida es más humana que en la Edad de Piedra.
--Respecto a la democracia ¿coincide con la analogía de Saramago: ``la democracia como engaño''?
--Creo que Saramago dijo que la democracia no es totalmente compartible. El explica muy bien que, aun en los países en que el ejercicio de la democracia es representativa (los ciudadanos eligen a los diputados, los senadores, los presidentes), ¿son los ciudadanos los que realmente deciden lo que va a pasar en ese país o son los decididores como las trasnacionales, la Trilateral, el Fondo Monetario, el Banco Mundial? Y pregunta Saramago: ¿a esos, quién los elige? Por eso creo que Saramago dice que en el fondo la democracia tiene ese defecto, una trampa que no es culpa de los que votan, sino de los que se dejan influir.
Pese a todo, Benedetti permanece sin cura de su naturaleza optimista y sigue escribiendo poemas. Y le alegra que muchos jóvenes se estén acercando a la poesía y ``estén reclamando respuestas para las nuevas preguntas'' del mundo. |